El ensayo de Mariátegui sobre regionalismo y descentralismo
En el sexto ensayo, JCM aborda el tema del regionalismo y plantea sus ideas sobre la descentralización. Algunos de sus conceptos se refieren al Perú de su época y, por lo tanto, solo conservan interés histórico: sirven para conocer cómo se presentaban este tipo de asuntos cien años atrás. Pero, en otras ocasiones, JCM analiza transversalmente el tema y sus observaciones trascienden a su tiempo. En efecto, el Amauta destacó algunas estructuras que en alguna medida se han prolongado en el tiempo. Veamos.
Entre las ideas de fondo destaca la claridad con que analiza la descentralización basada en los departamentos de su época. Con toda claridad sostiene que esa descentralización es una farsa. Dos son sus razones. En primer lugar, que reproduce la centralización a escala departamental. Según su planteamiento, cada ciudad capital de su departamento se comportaba como una pequeña Lima, reproduciendo el centralismo. Los ejemplos persisten hasta hoy. Entre otros casos semejantes, destaca el peso demográfico de la ciudad de Arequipa sobre su región, que se acerca al 90%, muy superior al peso de Lima sobre el total nacional.
A continuación, JCM ofrece una idea sobre el país en su conjunto. Según su parecer, la descentralización en base a departamentos favorece a Lima y no a las regiones. En primer lugar, Lima se desprende de cargas administrativas que pesaban y dejaban poco rédito. Además, en esa misma línea, Lima traslada responsabilidades a las regiones: educación, salud, etc., que son difíciles de cumplir y cuyo manejo será asumido por los gobiernos subnacionales. De este modo, este tipo de descentralización acabaría reconduciendo los reclamos sociales, ya no serían contra la capital, sino contra sus respectivos centros regionales.
Este resultado sería inevitable porque Lima conserva íntegros los privilegios económicos y solo se desprende de sus cargas administrativas. Esos beneficios económicos son los importantes y derivan de ser centro del poder económico, las finanzas y el gran comercio tienen su sede en la capital. Mientras esos privilegios no se afecten, la descentralización en base a los antiguos departamentos está condenada al fracaso. En efecto, uno de los temas de la actual descentralización peruana es el crecimiento de Lima a expensas de las regiones en los veinte años que han pasado desde la promulgación de la ley de Toledo.
Por su lado, según JCM, los grandes beneficiarios de esta forma de descentralización, que llama administrativa, son los poderes locales. En su época los gamonales eran el grupo más interesado en esa falsa regionalización. En el Perú de aquel entonces, el poder del hacendado se incrementaba conforme se desvanecía la autoridad del Estado, limitada a Lima y las ciudades. A escala micro, el indio era el gran perjudicado porque los poderes regionales quedaban en manos de los terratenientes.
Pero, estas severas críticas a la descentralización administrativa y por departamentos no deben llevarnos a pensar que Mariátegui estaba a favor de la centralización. Por el contrario, considera que el centralismo es una enfermedad viciosa. Mientras no se remedie, el Perú seguirá postrado. Por ello, le parece fundamental pensar en un nuevo regionalismo y precisar sus metas. El sexto ensayo es una invitación a pensar de una manera nueva la relación entre el centro y las regiones. Su alegato contra Lima expresa la voluntad de impedir que el Perú sea una araña de gran cabeza y patas delgadas y débiles.
En primer lugar, Mariátegui precisa las metas de una descentralización con sentido nacional. Su punto es el fortalecimiento de la unidad nacional y evitar disgregar a un país fragmentado. La posición de Mariátegui es el Perú integral, se trata de unir y no de disgregar. Para el Amauta, esta tarea implica articulación y convivencia. Conectar las partes y enseñar a vivir en armonía. Esas son las virtudes que es necesario potenciar.
Teniendo claro el objetivo, Mariátegui extiende el razonamiento a los fundamentos de la nueva política regionalista. Un tema clave es la necesidad de sustentar la región en la historia y en la economía. Si se quiere que la región funcione, sus integrantes deben sentirse parte de una tradición colectiva que los identifica. A la vez, la región tiene que integrar circuitos económicos diversos, gracias a disponer de ejes articuladores que ofrezcan valor agregado a la producción local. No hay región sin esos dos ingredientes: tradición y movimiento económico.
Después de revisar las distintas posibilidades, Mariátegui opta por solo tres regiones: norte, centro y sur. Antes ha descartado otra tríada: costa, sierra y selva. Pasa revista a cómo sería el Perú dividido de esa manera y la descarta para recomendar ejes transversales en vez de longitudinales. Al pensar el Perú en forma transversal, JCM destaca la posibilidad de articular regiones económicas diversas con centros regionales de contacto con el exterior a través de puertos y de provisión de servicios para crear un valor agregado local. Pero, solo analiza con cierta profundidad al sur, mientras que el norte y el centro son mencionados como regiones de por sí, pero no son tratados en detalle.
Mariátegui sostiene que el sur es serrano e indígena. A diferencia del norte y del centro, la costa del sur es estrecha y no alberga ninguna ciudad importante. Por el contrario, las ciudades del sur son serranas: Arequipa, Cusco y Puno. Al medio de este circuito urbano, se halla el mundo rural e indígena que le da un nítido perfil andino a la región sur. El sur de Mariátegui dispone de la clave del desarrollo regional porque tiene fuerte identidad. Claramente dispone de tradición propia.
Por su lado, el nuevo regionalismo que surge del sur tiene fundamento político. Mariátegui destaca que su orientación es luchar contra las injusticias sociales. La utilidad de la descentralización reposa en su poder para enfrentar al gamonal y redimir al indígena. Solo si la descentralización tenía sentido social sería apropiada por los pueblos y defendida del centralismo. El sur estaba en camino hacia esa verdadera descentralización.
Un último punto referido a Lima. Según JCM, no se trataba de enfrentarse a la capital, sino de ganar aliados en ella. Mientras el país siga siendo centralista, las decisiones claves seguirán siendo tomadas en la capital. Incluso aquellas que la desfavorezcan, como por ejemplo, una verdadera descentralización. Por esa razón, nada saldrá adelante mientras no se forje una alianza contra el agobiante centralismo. La recuperación del país implicaba la unidad entre las regiones y sectores de Lima en torno a un programa de regionalismo renovado.