La guerra de Ucrania
Ucrania es un país singular y recién en conformación. En tiempos antiguos, su capital, la ciudad de Kiev, fue el primer centro de Rusia, antes de Moscú. Luego, en tiempos relativamente recientes, Ucrania era parte fundamental del imperio ruso. Desde el siglo XVIII en adelante, el puerto de Sebastopol en Crimea es una base clave de la flota rusa. Es crucial porque es el único puerto ruso que se puede utilizar en invierno porque todo el resto tienen sus aguas congeladas. En ese sentido, la península de Crimea y todo Ucrania fueron concebidas como parte de esa unidad supranacional que era el imperio ruso y que heredó la Unión Soviética, URSS. Hasta que cayó el comunismo, en navidad de 1991.
En ese momento apareció -por primera vez- Ucrania como país independiente. Su identidad nacional era embrionaria, parte de su población era mixta, y había regiones donde la mayoría hablaba ruso, sobre todo en Crimea y en el este del país. Como era de esperar, sus comienzos como país independiente fueron vacilantes y carecía de estabilidad política. El año 2004 estuvo marcado por la revolución naranja que expresó la voluntad ciudadana por una democracia real y una orientación pro europea. Ella se tradujo en elecciones generales que llevaron al poder a Víctor Yuchenko, quien fue presa del fraccionamiento interno e incurrió en elevada corrupción. Estaba muy desgastado cuando las elecciones de 2010 se tradujeron en el triunfo de un presidente errático, Víctor Yanucovich, quien profundizó la ruta de amiguismo y corrupción que se había hecho endémica en Ucrania. Oligarcas haciendo fortunas mediante sobornos, amenazas y violencia.
Yanucovich había recogido el guante europeísta de la revolución naranja y, en consecuencia, había prometido que Ucrania se incorporaría a largo plazo a la Unión Europea, UE. Esta pretensión era rechazada por Putin, quien estaba promocionando su propia unión aduanera Euroasiática con Bielorusia y Kazajistán y necesitaba la presencia de Ucrania para darle consistencia y viabilidad a su acuerdo internacional. Al finalizar 2013, en medio de grandes presiones de Rusia, Yanucovich anuló el proceso con la UE y cedió ante las pretensiones de Moscú.
Fue una decisión crucial y salió mal, pobremente planeada y peor ejecutada, Yanucovich provocó una rebelión popular. Miles de personas se congregaban diariamente en la plaza de la independencia de Kiev, el presidente tuvo que dimitir y huir precipitadamente a Rusia. En Ucrania se instaló un nuevo gobierno con respaldo de Occidente y específicamente de Estados Unidos. Como denunció Trump en su momento, el mismo hijo del actual presidente de EEUU, Joe Biden, aprovechó la oportunidad para realizar negocios de altísima rentabilidad con el gobierno ucranio, aprovechando el poder de palanca de EEUU en el nuevo orden de cosas en Kiev.
Por su parte, Putin no podía aceptar ese curso sin luchar. Crimea era una ocasión histórica. Esa península del mar Negro siempre había sido rusa y en un acto sorprendente Jruschov se la había cedido a Ucrania en 1954. En ese momento. Ucrania era una república parte de la URSS y disponía de autonomía relativa, pero no de independencia. De cualquier manera, la mayoría de la población de Crimea era rusa y otra parte era de origen mixto. Como ya vimos, la península era vital para los intereses marítimos de Rusia y su anexión era bien vista. Por ello, Putin decidió tomar Crimea y cercenar Ucrania.
Inmediatamente la violencia se extendió al este de Ucrania, una región conocida como Donbás, donde igualmente la mayoría de la población era rusa. Es una región minera, específicamente carbonífera, su población es migrante y proviene de los alrededores de Moscú. El separatismo se adueñó de la escena política y empezó una guerra civil que condujo en la práctica a la anexión a Rusia, primero encubierta y abierta desde hace poco. De este modo, Ucrania ya estaba dividida por Rusia y en guerra antes de la invasión de febrero 2022.
La virtual división de la heredad nacional fue desde entonces el gran tema de la política en Ucrania. Se sumaba al problema de su alineamiento exterior. Había quienes eran partidarios de unirse a la UE lo antes posible e incluso colocarse bajo el manto protector de la OTAN. Los más prudentes preferían un posicionamiento neutral y ubicarse como Finlandia, fuera de toda alianza militar internacional. Ambos temas eran polarizantes dentro de Ucrania y dieron como resultado el triunfo electoral de Volodimir Zelenski en mayo de 2019. El nuevo presidente había sido actor, productor y director tanto de cine como de TV y provenía del mundo del espectáculo. Obtuvo el 72% en la segunda vuelta contra quienes buscaban prudencia frente a Moscú. Zelenski arribó el poder con un discurso europeísta y a favor de la adhesión a la OTAN. Usando sus poderes legales, disolvió el congreso y en las nuevas elecciones logró el control absoluto, superando el fraccionamiento y la lucha entre poderes que había caracterizado a Ucrania desde su nacimiento.
El efecto de estos acontecimientos en Rusia fue muy profundo. Putin, presionado por los rebeldes del Donbás, que requerían ayuda militar y soporte económico para mantener su guerra contra Kiev, afrontaba presiones internas por otro lado. La anexión de Crimea se había traducido en sanciones económicas de Occidente y aumentaban las dificultades económicas dentro de Rusia. En ese momento reaccionó como dictador, fugando hacia adelante. De hecho, Putin evadió la solución política aumentando el nivel de contradicción y violencia. Tomó la decisión más importante del año 2022. Invadir Ucrania esperando una rápida victoria militar. Pero, las cosas han salido de manera muy distinta y ahora protagoniza una guerra de desgaste que amenaza ser muy prolongada y altamente riesgosa para el planeta, puesto que importantes instalaciones nucleares se hallan en el frente de batalla.
El balance es negativo para Rusia. Su enemigo, Zelenski, se ha vuelto una figura muy respetada y concita apoyo en todas las capitales occidentales. Moscú está cada vez más aislada y ni siquiera Beijing la apoya sin reservas. Además, la invasión ha provocado que se fortalezca la decisión de Ucrania para ingresar a la UE y la OTAN. Exactamente lo contrario a lo que Rusia pretendía. Putin quiso tratar a Ucrania como provincia de Rusia y ha terminado creando el sentimiento nacional ucraniano. Antes no existía o recién nacía, mientras que ahora es inmensamente mayoritario, vigoroso y decidido en contra de Moscú. Se ha ganado un enemigo mortal y ha permitido que Occidente adelante una ficha fuerte. El tablero le está quedando corto a Moscú. ¿Cómo reaccionará Putin al sentirse acorralado?