Ni un muerto más

Vivimos un momento aciago de nuestra historia reciente. Más de 40 muertos en menos de un mes de gobierno de la Sra. Boluarte es totalmente inaceptable. Un Congreso que en la misma sesión blinda a un violador (votando en contra, en abstención o ausentándose cobardemente del hemiciclo a la hora de votar) y le da la confianza a un gabinete al día siguiente de que bajo su mando fueran asesinadas 17 personas en Juliaca, es inaceptable. La indiferencia de las organizaciones de la sociedad de la capital de la república ante el dolor y la muerte de sus hermanas y hermanos del interior, es inaceptable.

¿Cuándo comenzó esto? ¿Cuando Keiko Fujimori no aceptó haber perdido las elecciones en 2016 y saboteó el gobierno de Kuczynski? ¿Cuando Kuczynski indultó a Fujimori y compró los votos de un sector de Congresistas para evitar la vacancia? ¿Cuando el Congreso vacó a Vizcarra, un presidente con alta popularidad y ninguna razón para ser vacado? ¿Cuando Merino de Lama como presidente de un congreso detestado se apropió de la presidencia y provocó una reacción nacional con muertos en las calles?

O cuando esta historia se repite y la derecha no acepta haber perdido y asedia al presidente; y el presidente, traicionando la esperanza de los pobres, instala un gobierno ineficiente y con serías sospechas de corrupción. O cuando Pedro Castillo da el fallido, improvisado y absurdo golpe de estado para cubrir su fuga a México y el congreso lo vaca, instituye como presidenta a Dina Boluarte y lo celebra con fiesta, sin el menor respeto por quienes tenían esperanza en un presidente de origen popular, provinciano y rural.

Tenemos una clase política que, con excepciones, no merece serlo. Pero es la que tenemos. Las protestas de los pueblos del interior exigiendo un adelanto de las elecciones este año, la renuncia de Dina Boluarte y la consulta sobre una convocatoria a asamblea constituyente no son insensatas. Se basan en la actual nula legitimidad de nuestras autoridades nacionales y representantes; y en la reiteración de una crisis de gobernabilidad que se lleva al país de encuentro. Las tres demandas se resuelven juntas: si renuncia Dina Boluarte obliga a Congreso a convocar inmediatamente elecciones y en el acto electoral puede ponerse a consulta una asamblea constituyente.

Pero hay sectores políticos que prefieren la muerte de ciudadanas y ciudadanos antes que perder los espacios que han ganado y que quieren perennizar con “reformas” al sistema electoral. Total, son ciudadanas y ciudadanos del interior, de la sierra o de la selva… “No disparen. Somos el pueblo” se escuchaba a una mujer en un video de la represión a las marchas del 11 de enero en Cuso.

El pueblo. El soberano de la democracia. Basta de represión. Ni un muerto más por protestar. Que renuncie la Sra. Boluarte; que el Congreso convoque al más corto plazo elecciones; que consulte al pueblo si quiere cambios constitucionales a través de una Asamblea Constituyente. Y volvamos a empezar, pero con un paso adelante.