La Coalición corrupta que está instalando una dictadura en el Perú
No se trata de una suma de corrientes políticas que convergen en torno a un programa económico y social. Tampoco de partidos internamente democráticos que se organizan para competir en elecciones libres, limpias y justas.
La coalición a que se refiere el título no es nada de eso. Solo es una serie variopinta de seudo partidos, grupos y personajes cuyo objetivo común único solo es controlar o mantener controlado al Estado para beneficio particular de ellos mismos. Y su estrategia para lograrlo incluye prácticas ilegales, inconstitucionales, corruptas y autoritarias.
QUIENES LA COMPONEN
Algunas de las organizaciones que componen la coalición han tomado la apariencia de partidos y hasta simulan tener programas y elecciones internas solo para cumplir los requisitos electorales. En realidad solo son entidades de propiedad familiar o personal en donde la identidad y el liderazgo partidarios son determinados por el apellido propietario. Estas, en primer lugar, son las que hoy en día tienen la mayoría del Congreso.
De hecho son más identificables por los apellidos de sus dueños que por los nombres de sus falsos partidos: Fujimori, López Aliaga, Cerrón, Acuña, Luna. Pero son aún más recordados por sus pendientes con la justicia que por sus ilustres ideas. A ellos se suman, dentro del Congreso, otros grupos que provienen de la descomposición de bancadas como la de Cerrón o la del viejo y ahora también descompuesto Acción Popular.
En esta coalición, también confluyen, desde fuera del Congreso, varios jefes de poderes públicos, o de organismos políticamente relevantes. Su sumisión y buena onda ante los grupos predominantes en el Congreso se explican porque este los designó o porque los puede destituir.
En primer lugar está la Sra. que finge gobernar, Dina Boluarte. Luego le siguen la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides; la mayoría del Tribunal Constitucional; el Defensor del Pueblo Josué Gutierrez; los nuevos directores de Sunedu; y la mayoría de la Corte Suprema. Casi todos tienen investigaciones fiscales abiertas, y si no, irregularidades serias en sus nombramientos o en su desempeño. La información es abundante y accesible en los medios.
A estos se suman, también de fuera del Congreso, políticos quemados de otros partidos también en descomposición como el PAP y el PPC, y grupos de derecha muy extrema, militaristas, evangélicos anti planificación familiar, y lúmpenes con prácticas fascistas.
QUIEN LA CONDUCE Y A DONDE APUNTAN
La cabeza de esta coalición está en el Congreso. Ahora este está presidido por Alejandro Soto, del partido de Acuña. Un personaje con 55 investigaciones fiscales abiertas que promovió y logró hacer aprobar una ley que lo salvó de una sentencia inminente. Representa bien al Congreso, porque la mayoría tiene el mismo perfil. Pero el verdadero directorio de la coalición es la bancada fujimorista, encabezada por Nano Guerra García pero en realidad dirigida por Keiko Fujimori.
A donde apuntan en este momento es, primero, a terminar de instalar un régimen autoritario antidemocrático de larga duración, que comenzaron a construir desde setiembre de 2021. Ese mes y año comenzaron a hacer aprobar los cambios constitucionales y legales orientados a romper el equilibrio de los poderes del Estado. Segundo, a sostener a Dina Boluarte hasta 2026, para ganar tiempo en la realización de esas reformas autoritarias.
La idea ha sido y es reducir radicalmente las atribuciones del Ejecutivo y aumentar sustantivamente las del Congreso. Desde 2011 hasta 2021 el fujimorismo y el resto de la derecha perdieron las elecciones presidenciales pero juntas hicieron mayorías en el Congreso. Luego de las elecciones de 2016, Keiko, perdedora ante PPK, manifestó que en adelante su opción sería “gobernar desde el Congreso”. Al volver a perder ante Pedro Castillo en 2021, pero al hacer mayoría otra vez en el Congreso sumando fuerzas con bancadas oportunistas, comenzaron a implementar las reformas que querían y a conformar el tipo de coalición ya descrita líneas arriba para evitar nuevas derrotas en elecciones presidenciales.
EL DISCURSO DE LA COALICIÓN
Todo tipo de práctica o estrategia necesita de un discurso ideológico que lo justifique. Keiko y su equipo partidario inventaron en las elecciones del 2021 la amenaza del comunismo aliado del terrorismo. Las bancadas aliadas hicieron suyo ese discurso, pero no porque les preocupara esa inexistente amenaza para el Perú. Lo hicieron porque aliándose al fujimorismo participarían de la mesa directiva y de los privilegios colaterales a ello. Hoy en día, hasta Cerrón y sus partidarios, hasta hace poco la encarnación del comunismo y el terrorismo, se han sumado a la coalición y han sido cubiertos de elogios, especialmente por los fujimoristas.
LOS PODERES FACTICOS ALIADOS DE LA COALICIÓN
Ese discurso también ha sido fingidamente comprado por dos de nuestros poderes fácticos. Primero por las capas ejecutivas de una parte de las corporaciones privadas más grandes del Perú, que ya desde la segunda vuelta electoral 2021 volvieron a los brazos del fujimorismo aterrados por la inminente presidencia del profesor rural. Segundo, por los actuales mandos militares, que apenas comenzaron las protestas del Sur, fueron los primeros en decir que eran terrorismo. Es con ese discurso que se ha justificado las masacres de esas protestas y la represión desaforada, siempre racistas, contra las más recientes.
Por eso es que ciertas capas ejecutivas empresariales privadas y ciertos mandos militares y policiales, deben ser considerados, si no como integrantes de la Coalición referida, si como sus aliados complementarios. Destacan operadores empresariales como un tal Cillóniz, del rubro agroindustrial, y un tal Lazarte, ex vicepresidente del Grupo Intercorp. Al igual que ellos, son varios los altos oficiales policías y militares que recurren a “la amenaza terrorista” al momento de justificar las masacres y la saña represiva aún durante las protestas de fiestas patrias.
CUANTO HA AVANZADO LA COALICIÓN AUTORITARIA
Casi dos años después que comenzaron a hacer las reformas para instalar un régimen a su medida, la coalición ya ha logrado buena parte de su meta. El Congreso ya es omnipotente en el Estado y, dentro de él, lo es el fujimorismo. Si este no preside el Congreso es porque prefiere no exponerse y mejor le viene un fantoche insignificante como Alejandro Soto. Por eso mismo tampoco quiere apresurarse en tomar la presidencia del país y prefiere mantener allí a otra fantoche como Dina Boluarte.
El presidente del Tribunal Constitucional actual, colocado allí por este Congreso en un proceso absolutamente carente de transparencia, dijo hace poco algo que ilustra la primacía del Congreso al que ahora sirve: “El Congreso puede ser disuelto solo si este lo desea”. En cambio el Congreso si puede vacar al presidente o derribar gabinetes a su regalada gana. Es la muestra más clara de la consagración del poder que se ha concentrado en el Congreso en estos últimos 23 meses.
QUE FALTA PARA CONSOLIDAR EL RÉGIMEN AUTORITARIO
Solo faltan tres cosas para que la Coalición conducida por los herederos de Alberto Fujimori terminen de instalar el régimen autoritario duradero que soñó el preso de Barbadillo.
La primera de ellas es tomar control de la Junta Nacional de Justicia, que nombra jueces y fiscales de todo nivel, y a los jefes de ONPE y Reniec. Para ello ya cuentan con el Defensor del Pueblo, un ex abogado de Vladimir Cerrón, que fue nombrado irregularmente por el Congreso, y que será quien presida la comisión encargada de elegir a los nuevos integrantes de la JNJ. El proceso comienza en marzo de 2024 y en diciembre de ese año ya deben estar elegidos. En su mayoría los integrantes de la comisión son altos funcionarios cercanos a la Coalición.
La segunda de ellas es aprobar la reforma constitucional por la cual los jefes de ONPE, JNE y Reniec podrán ser sancionados o destituidos por el Congreso por razones políticas, no técnicas ni legales, y su independencia destruida. Ya hay proyectos al respecto.
La tercera de ellas es la más de fondo. Es establecer un congreso bicameral en el cual, el poder concentrado en el Congreso se concentrará a su vez en el Senado. Y la forma de la elección de ese Senado favorecerá a los candidatos por Lima y a los que posean recursos para hacer campañas en todo el territorio nacional, lo que concentrará el poder en un senado altamente centralista. La coalición busca aprobar esta reforma solo a través de votaciones calificadas en el Congreso. Hace poco estuvieron a punto de lograr una primera votación de 87 a favor. Esta vez lograron 86, pero volverán a intentarlo.
Si se consuman estos tres pendientes, la democracia precaria que hay en el Perú habrá quedado enterrada y en su lugar tendremos un régimen autoritario que -aunque vestido con ropajes electorales- será indistinguible ya de una dictadura. Será esa coalición la que nos gobernará, y sus personajes protagónicos serán los mismos o un espejo de la miseria que tenemos ahora. El Perú terminará de convertirse en un Estado fallido en el momento en que enormes dificultades se avecinan para todo el mundo.
CLARO QUE SE LES PUEDE DERROTAR
La única manera de contener y revertir esta deriva es la movilización ciudadana y su organización amplia, pluralista y democrática para impedir que la Coalición aquí analizada continúe y se consolide en el poder con sus operadores al mando de los poderes del Estado.
El punto de partida de esto es el apoyo activo al reclamo de acceso a la verdad, a la justicia y a la reparación de las víctimas de las masacres de diciembre, enero y después.
En ese marco, la demanda también activa de elecciones generales inmediatas, y la defensa de la autonomía de las instituciones electorales y del carácter libre, limpio y justo de las elecciones que vengan.
Igualmente, oponer a las reformas constitucionales autoritarias, propuestas de cambio constitucional centradas en la mayor capacidad de los ciudadanos y de sus organizaciones comunitarias para incidir en el destino de sus gobiernos local, regional y nacional.
Sí se les puede vencer. La mayoría inmensa del país no los quiere más en sus cargos. Solo hay que tener convicción e imaginación para prender su decisión. Para ganar un partido que se va perdiendo, primero hay que empatarlo y después ganarlo.